«[…] ¡Sí! exclamó, hubiera debido aceptarnos en su cajón de pino. En el primer libro del Génesis no se decía nada de: ¡fuera ratas! Hasta la serpiente, de la que se podía leer en letras de molde que era maldita sobre todas las bestias y sobre todos los animales del campo, pudo entrar en pareja —serpentón y serpentina— en aquel cajón de madera. ¿Por qué no nosotras? ¡Vaya una mierda! Protestamos, una y otra vez»

Günter Grass
Leído en La Ratesa, 1986